Alguien podría decir que no hay nada mejor que vivir el día a día y mantenernos con los pies en la tierra a todas horas. Y en cierta forma, lleva razón. Sin embargo, así como es necesaria la capacidad pragmática para cualquier asunto cotidiano, a veces es preciso levantar un poco la mirada y ver todo con cierta perspectiva.
El pensamiento abstracto nos permite justamente esa mirada, de la cual se derivan numerosos beneficios como los siguientes:
- Análisis de probabilidades y escenarios alternativos. En cierta forma, el pensamiento abstracto consiste en viajar a otros escenarios y mundos, tal como lo hacemos cuando vamos al cine o leemos un libro. Pero no sólo por el hecho de viajar; al contrario, la idea es extraer de ello algo útil para nuestro presente.
- Impulsa la creatividad. La búsqueda de nuevas ideas y conexiones con el mundo inmaterial potencia nuestra capacidad creativa, muchas veces limitada por los recursos materiales que tenemos a mano.
- Ayuda a la formación de criterio personal. Cuando acudimos a este tipo de pensamiento, estamos fortaleciendo nuestros criterios ante determinadas situaciones o contextos. Lo contrario sería que otros pensaran en nuestro lugar.
- Favorece la independencia personal. El pensamiento abstracto también nos hace personas más libres, independientes y autónomas. En últimas, de lo que se trata es de bucear un poco en nosotros mismos y encontrar de esta forma las respuestas que buscamos aplicar en la realidad.
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